9.11.2013

En la memoria también se vive

Pensé mucho en si escribir esto o no, más que todo porque sentía que no me correspondía siendo que no soy más que una visitante en este país y todavía hay demasiado que no entiendo, ni mucho menos conozco sobre su historia.

Sobre esta historia.


Al final caí en cuenta que no se trata de mí, si yo lo viví o no, ni de mi experiencia personal sino de la de ellos, y puesto que siento que toda vida humana tiene valor esta no sólo merece, sino que debe ser recordada. Así sea por aquellos que, al igual que yo, nunca tuvimos nada que ver con su relato.

Porque así como, vaya a donde vaya, me rehúso a olvidar las tragedias de mi país, también siento que cada una de las 3.065 personas muertas o desaparecidas durante la dictadura de Pinochet en este lugar que yo he tomado prestado en mi corazón por un tiempo, no sólo pisó este mundo sino que tiene nombre, apellido, familias y amigos, y sólo por eso, importan.

Al final me di cuenta que de eso se trata, de recordar. De hacerles saber donde quiera que estén que su destino, su lucha y su experiencia importa y seguirá importando.

Mientras escribía las crónicas de los Hijos de la Dictadura conocí mucho que no sabía sobre todo aquello que empezó hace ya 40 años. Esos relatos hicieron eco en mí, y por eso también he querido seguir ahondando en ellos, porque así como yo soy ignorante también lo son muchos, y aunque precisamente por esa gran ignorancia muchas veces me quedo callada, siento que en este caso no se trata de estar ni de un lado ni de otro.

Quizás ese sea el error de muchos, puesto que esto no tiene que ver con colores ni ideologías sino con hechos.

Mientras haya gente dispuesta a olvidar, a callar, e ignorar lo que ocurrió, esos 3.065 y aquellos que sí se empeñan en mantenerlos presentes nunca van a tener la justicia que merecen y que tanto necesitan para sanar o avanzar como muchos han querido exigirles.

Puesto que en la vida uno puede perdonar, pero nunca, jamás, olvidar.

Y todos podemos recordar.


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El nombre es María Virginia pero se pronuncia Virginia. Soy periodista, aunque vivo más de soñar que viajo.

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